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Según la zona del hemisferio norte entre finales de junio y mediados de agosto se produce en el olivo el momento fenológico conocido como endurecimiento del hueso, momento a partir del cual el olivo ralentiza su metabolismo, en una magnitud que depende de la temperatura media estival, humedad del suelo, carga y variedad.
El olivo está perfectamente adaptado a nuestro clima mediterráneo, en el que en verano coinciden altísimas temperaturas junto con bajísimos contenidos de humedad en el suelo. Esta es la razón de la reducción de la actividad metabólica estival, que progresivamente se reasume a finales de verano cuando las temperaturas se suavizan y las lluvias deben de ir haciendo de nuevo acto de presencia. Este comportamiento, aparte de estar obviamente influenciado por las condiciones ambientales, tiene un gran componente genético, lo que se debe de tener en cuenta de cara a riegos y demás.
En estas semanas de relativa baja actividad metabólica, hay menos llegada de nutrientes desde la raíz a las hojas, a la vez que menos exportación de nutrientes desde las hojas maduras hacia las aceitunas y brotes en crecimiento, por lo que los niveles de nutrientes en hoja son bastante constantes durante unas semanas.
En estos momentos se aprovecha para realizar el muestreo para análisis foliar de verano en el olivo, para así plantear la estrategia nutritiva de cara a los próximos meses, o incluso para un año completo.
El muestreo debe de ser lo más representativo de la parcela en cuestión, tomando unas 200 hojas de diferentes olivos repartidos equitativamente a lo largo de la parcela, aproximadamente a la altura del rostro. Las hojas se deben tomar de todas las orientaciones posibles, ya que distintos niveles de insolación influyen en los niveles nutritivos.
La población de hojas a recoger debe ser exclusivamente de hojas nacidas en primavera, y que en estas fechas ya tienen su tamaño normal aunque todavía no están del todo lignificadas. A simple vista, tienen su tamaño final pero un color algo más claro al de las hojas basales, y si están en un brote con aceitunas, los frutos se quedan por delante de dichas hojas.
Se debe de tomar una población de hojas de brotes lo más significativos en cuanto a aspecto, longitud, cantidad de frutos, color, etcetera de la parcela, para evitar tomar hojas de muy diferentes masas que le restarían valor estadístico al resultado del análisis.
La muestra de hoja se manda a laboratorio, el cual determina la riqueza en los distintos nutrientes.
Los macronutrientes (nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio, azufre) se expresan en porcentaje en peso sobre materia seca, mientras que los micronutrientes (boro, manganeso, zinc, hierro) se expresan en partes por millón sobre materia seca.
El resultado del análisis foliar como tal, gana en valor, teniendo en cuenta el historial de análisis de hoja de la misma finca o de fincas similares en años anteriores, el tipo de suelo, y sobre todo, la fluctuación de nutrientes en hoja a lo largo del año en función del nivel de cosecha.